"Me deje caer sobre las barras de chocolate amargo que guarde durante meses en la nevera de 15 x 15 que compre en mi último viaje a París.
En realidad era una locura traerlo a mi dormitorio, pero cada vez que pensaba en la mágica sensación en la cual se convertirían mis noches, desee sólo revolcarme en los baños más dulces que no se daban siquiera en las Termas del Flaco.
Chocolate partido en trozitos diminutos que avanzaban por mi piel, y terminaban siendo parte de la rica leche chocolatada de cada mañana.
Mañanas recubiertas en chocolate; de aníz con pimienta o amareto licorado, que acarrilaba las cortinas verdes que daban a plena terraza cubierta de trufa y menta destilada.
Chocolate, chocolate y más aún, que daría yo por dejarme caer sobre las barras de chocolate amargo de una nevera de 15 x 1 5 ".