sábado, 2 de agosto de 2008

-Una noche bien porteña-



E. Sepúlveda Valparaiso
Fragmento



Largo tiempo había pasado desde la última vez en que la oscuridad de Valparaiso fue testigo de una postal nocturna protagonizada por un cuarteto inseparable. En ese entonces todo estaba permitido, los cerrros que caen del cielo fueron acuñando entre sus callejuelas una serie de historias que jamás podrán ser narradas con exactitud, pues el tiempo y el alcohol traicionan la memoria, Una división natural reducía a dosmlos integrantes de aquél grupo de amigos que compartió parte de sus vidas en torno a la bohemia de cualquier poblado que entregara la posibilidad de copete, sexo y algo de música.
Ya en la ruta 68 la vida cambia, en un par de horas contemplaremos un mar interminable, recordaremos acécdotas y nos olvidaremos de los limites que nos pone Santiago y su gente.

Nuevamente estamos en la ruta, en la radio es el turno de Los Prisioneros, a la vez que teniamos una tertulia matizada en la disputa sobre cuál es el tema clasico de la banda sanmiguelina, cuando la conversación se basa en la separación de Jorge Gonzalez de sus amigos Tapia y Narea, nos encontrams en Avenida Colón de Valparaiso. El llegar decidimos hacer la compras necesarias para la noche.

Luego vamos a la Caleta Portales a mover un par de caños y con ello está casi todo listo.
Luego de algunas vueltas por el plano de Valparaiso debemos llegar a la casa del tío Pancho, ahí nos espera algo de comida, una buena ducha y el inicio d eun carrete esperado. La casa de los Gonzalez es una de esas que cuelgan del Cerro Monjas, goza de una terrza que entrega una vista panóramica del puerto. La vista se pierde a través de las evntanas de las casa vecinas, todas muy viejas, de maderas retorcidas, y que esconden tras su frágiles paredes una cantidad interminable de historias.

Estamos sentados en la cocinaconversando con el tío Pancho, nos cuenta con un dejo de tristeza como ha ido cambiando la vida del puerto, como la cesantía y la pobreza atenta contra los porteños, pero él es un hombre optimista, no quiere ver morir a su Valparaiso de toda la vida.

Mi prioridad para esta madrugada es enganchar con una porteña, me encanta la forma de abordar a los hombres que tiene la mujer del puerto, además luce unas piernas especiales que comienzan en unas caderas trabajadas de tanto subir y bajar cerros. No estoy lejos de mi objetivo, el alcohol me proporciona un verso increible, a veces me veo sorprendido de lo que se puede lograr uniendo con algo de seducción palabras inconclusas. Al cabo de un ratocentro mi atención en una morena espectacular, se mueve con personalidad en una tarima del local, a mi lado Rodrigo Iturriaga se está arrungando a una mina con pinta de viñamarina, a juzgar por lo que veo debe estar en cuarto medio de las monjas francesas. La morena se fija en mi, no puedo dejar pasar esta oportunidad, me acerco con la seguridad que me brinda el alcohol, todavía estoy colando con el pito, lo que me da la certeza de que esa mujer ha esatdo esperándome toda la noche.
-Te habian dicho que eres impuntual - le pregunto al oido.

-No, por qué - me responde con un leve coqueteo.

-Porque llegaste tarde a mi vida- le digo en forma inmediata.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ella y su Valpo u.u