En realidad nunca me importo lo que sucedería luego de ese día, más bien estada en donde siempre quise permanecer, al lado del hombre que me volvía loca, y que desataba ese obstinado momento de placer de segundos, al escondernos bajo las sábanas por miedo al ridiculo. Verguenzas de pendejos que entrelazaban sus manos por debajo de la mesa en los carretes, y avanzaban por caminos peligrosos, caminos que sólo sabíamos manejar cuando nos envolviamos en copete y reíamos locamente entre el humo de cigarro que envolvía nuestros ojos.
Así comence a relatar. Eran los momentos perfectos para comenzar a revelar los mil y una noche que pase desvelandome producto de las salidas post- día agotador. Del trabajo al happy hour y del happy hour a tu departamento. Era tan interesante volverte a encontrar con un pisco sour en el mismo lugar de hace 5 años atrás, frente a mis ojos recordando tal momento de agobio que me escandalizaba por el simple hecho reir a carcajada limpia, con ese movimiento de piernas como un vaiven de locura, desafiando mi coqueteo suave que provocaba ese futuro pensado desde el primer día en que compartimos sábanas blancas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario